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[GNU-traductores] Actualizaci�n y revisi�n de why-free.es.html


From: Quique
Subject: [GNU-traductores] Actualización y revisión de why-free.es.html
Date: Wed, 2 May 2001 14:17:25 -0000

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Luis Miguel o Holman:

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Saludos,
 Quique

Porqué el software no debe tener propietarios

por Richard Stallman

 [Imagen de un ñu filosófico] [ Checo | Deutsch | English | Español | Français | Japonés | Ruso ]

Las tecnologías digitales de la información contribuyen al mundo haciendo que sea más fácil copiar y modificar información. Las computadoras prometen hacer esto más fácil para todos nosotros.

No todo el mundo quiere que esto sea más fácil. El sistema de copyright permite que los programas de software tengan ``propietarios'', la mayor parte de los cuales pretende privar al resto del mundo del beneficio potencial del software. A los propietarios les gustaría ser los únicos que pudieran copiar y modificar el software que usamos.

El sistema de copyright creció con la imprenta, una tecnología para la producción masiva de copias. El copyright se ajustaba bien a esta tecnología porque solamente restringía a los productores de copias masivas. No privaba de libertad a los lectores de libros. Un lector cualquiera, que no poseyera una imprenta, sólo podía copiar libros con pluma y tinta, y a pocos lectores se les ponía un pleito por ello.

Las tecnologías digitales son más flexibles que la imprenta: cuando la información adopta forma digital, puedes copiarla fácilmente para compartirla con otros. Es precisamente esta flexibilidad la que se ajusta mal a un sistema como el del copyright. Ésa es la razón de las cada vez más perversas y draconianas medidas que se emplean en la actualidad para hacer cumplir el copyright del software. Considera estas cuatro costumbres de la Software Publishers Association (SPA):

  • Propaganda masiva diciendo que está mal desobedecer a los propietarios para ayudar a un amigo.
  • Pedir a la gente que se conviertan en soplones para delatar a sus colegas y compañeros de trabajo
  • Redadas (con ayuda policial) a oficinas y escuelas, en las que se dice a la gente que deben probar que son inocentes de hacer copias ilegales.
  • Procesos judiciales (por el gobierno de los EEUU, a petición de la SPA) de personas como David LaMacchia del MIT, no por copiar software (no se le acusa de copiarlo), sino meramente por dejar sin vigilancia equipos de copia y no controlar su uso.

Cada una de estas cuatro costumbres se asemejan a las usadas en la antigua Unión Soviética, donde todas las fotocopiadoras tenían un vigilante para evitar que se realizaran copias prohibidas, y donde las personas tenían que copiar información en secreto y pasarla de mano a mano como ``samizdat''. Por supuesto hay una diferencia: el motivo para el control de información en la Unión Soviética era político, en los EEUU el motivo es el beneficio económico. Pero son las acciones las que nos afectan, no el motivo. Cualquier intento de bloquear el compartir información, sin importar porqué, lleva a los mismos métodos y a la misma dureza.

Los propietarios hacen uso de distintos argumentos para que se les conceda el control de cómo usamos la información:

  • Insultando.

    Los propietarios usan palabras difamatorias como ``piratería'' y ``robo'', al igual que terminología experta como ``propiedad intelectual'' y ``perjuicio'', para sugerir una cierta línea de pensamiento al público: una analogía simplona entre los programas y los objetos físicos.

    Nuestras ideas e intuiciones acerca de la propiedad sobre los objetos materiales tratan acerca de si es justo quitarle un objeto a alguien. No se aplican directamente a hacer una copia de algo. Pero los propietarios nos piden que las apliquemos de todas formas.

  • Exageración.

    Los propietarios dicen que sufren un ``dolo'' o ``pérdida económica'' cuando los usuarios copian programas por su cuenta. Pero el copiar no tiene un efecto directo sobre el propietario, y no hace daño a nadie. El propietario sólo puede perder si la persona que hizo la copia habría si no pagado por una al propietario en vez de copiarla.

    Un poco de análisis muestra que la mayoría de tales personas no habrían comprado copias. Aun así los propietarios calculan sus ``pérdidas'' como si todos y cada uno hubiesen comprado una copia. Esto es una exageración, por decirlo de una manera suave.

  • La ley.

    Los propietarios a menudo describen el estado actual de la ley, así como las duras sanciones con las que nos amenazan. En este enfoque va implícita la sugerencia de que la ley actual refleja un punto de vista moral incuestionable, y además al mismo tiempo se nos insta a considerar estas sanciones como hechos naturales por los que no se puede responsabilizar a nadie.

    Esta línea de persuasión no está diseñada para resistir el pensamiento crítico, sino que está concebida para reforzar un camino mental habitual.

    Es evidente que las leyes no distinguen lo que está bien de lo que está mal. Todo estadounidense debería saber que, hace cuarenta años, iba contra la ley que un persona de raza negra se sentase en la parte delantera del autobús, pero solamente los racistas dirían que sentarse ahí no estaba bien.

  • Derechos naturales.

    Los autores a menudo sostienen que existe una conexión especial con los programas que han escrito, y añaden que, en consecuencia, sus deseos e intereses respecto al programa simplemente prevalecen sobre aquéllos de cualquier otra persona, o incluso sobre los de todo el resto del mundo. (Normalmente son las empresas, no los autores, quienes retienen los copyrights sobre el software, pero se espera de nosotros que ignoremos esta discrepancia.)

    A aquéllos que proponen esto como un axioma ético -el autor es más importante que tú- sólo les puedo decir que yo, un notable autor de software, lo llamo una tontería.

    Pero la gente por lo general sólo suele sentir alguna simpatía hacia el argumento de los derechos naturales por dos razones.

    Una razón es una analogía forzada entre el software y los objetos materiales. Cuando yo cocino espaguetis, me quejo si otra persona se los come, porque entonces yo ya no me los puedo comer. Su acción me duele exactamente tanto como le beneficia a él; sólo uno de nosotros se puede comer los espaguetis, así que la pregunta es: ¿quién? La más mínima distinción entre alguno de nosotros es suficiente para inclinar la balanza ética.

    Pero el que tú ejecutes o modifiques un programa que yo he escrito te afecta a ti directamente, y sólo indirectamente a mí. Si le das una copia a un amigo tuyo, te afecta a ti y a tu amigo mucho más de lo que me afecta a mí. Yo no debería tener el poder de decirte que no hagas estas cosas. Nadie debería.

    La segunda razón es que a la gente se le ha dicho que los derechos naturales de los autores son una tradición aceptada e indiscutida de nuestra sociedad.

    Desde un punto de vista histórico, sucede lo contrario. La idea de los derechos naturales de los autores fue propuesta y decididamente rechazada cuando se concibió la Constitución de los EEUU. Ésa es la razón por la que la Constitución sólo permite un sistema de copyright y no require uno; por esa razón dice que el copyright debe ser temporal. Establece así mismo que el propósito del copyright es promocionar el progreso, no recompensar a los autores. El copyright recompensa a los autores en cierta medida, y a los editores más, pero eso está concebido como un medio de modificar su comportamiento.

    La tradición realmente establecida en nuestra sociedad es que el copyright recorta los derechos naturales del público, y que esto sólo puede justificarse por el bien del público.

  • Economía.

    El último argumento que se emplea para justificar la existencia de los propietarios de software es que esto lleva a la producción de más software.

    A diferencia de los demás, éste argumento por lo menos adopta un enfoque legítimo sobre el tema. Se basa en un objetivo válido: satisfacer a los usuarios de software. Y está empíricamente demostrado que la gente producirá más de algo si se les paga bien por ello.

    Pero el argumento económico tiene un fallo: se basa en la presunción de que la diferencia es sólo cuestión de cuánto dinero debemos pagar. Asume que la ``producción de software'' es lo que queremos, tenga el software propietarios o no.

    La gente acepta fácilmente esta presunción porque se corresponde con nuestra experiencia con los objetos materiales. Considera un bocadillo, por ejemplo. Posiblemente podrías conseguir un bocadillo equivalente bien gratis o por un precio. En tal caso, la cantidad que pagas es la única diferencia. Tanto si lo tienes que comprar como si no, el bocadillo tiene el mismo sabor, el mismo valor nutritivo, y en ambos casos te lo puedes comer una sóla vez. El que obtengas el bocadillo de un propietario o no, no puede afectar directamente a nada salvo a la cantidad de dinero que te queda después.

    Esto es cierto para cualquier objeto material; el hecho de que tenga o no tenga propietario no afecta directamente a lo que es, ni a lo que puedas hacer con él si lo adquieres.

    Pero si un programa tiene un propietario, esto afecta en gran medida a lo que es, y a lo que puedes hacer con una copia si la compras. La diferencia no es sólo una cuestión de dinero. El sistema de propietarios de software incentiva a los propietarios de software a producir algo, pero no lo que la sociedad realmente necesita. Y causa una contaminación ética intangible que nos afecta a todos.

    ¿Qué es lo que la sociedad necesita? Necesita información que esté verdaderamente a disposición de sus ciudadanos. Por ejemplo programas que la gente pueda leer, arreglar, adaptar, y mejorar, no solamente ejecutar. Pero lo que los propietarios de software acostumbran a ofrecer es una caja negra que no podemos ni estudiar ni modificar.

    La sociedad también necesita libertad. Cuando un programa tiene un propietario, los usuarios pierden la libertad de controlar una parte de sus propias vidas.

    Y sobre todo la sociedad necesita incentivar el espíritu de cooperación voluntaria entre sus ciudadanos. Cuando los propietarios de software nos dicen que ayudar a nuestros vecinos de una manera natural es ``piratería'', están contaminando el espíritu cívico de nuestra sociedad.

    Esto es por lo que decimos que el software libre es una cuestión de libertad, no de precio.

    El argumento económico para justificar la propiedad es erróneo, pero la cuestión económica es real. Algunas personas escriben software útil por el placer de escribirlo o por admiración y amor al arte; pero si queremos más software del que esas personas escriben, necesitamos conseguir fondos.

    Desde hace ya diez años, los desarrolladores de software libre han probado con cierto éxito varios métodos para conseguir fondos. No hay necesidad de hacer rico a nadie; los ingresos medios de una familia estadounidense, alrededor de 35.000 dólares, prueba ser incentivo suficiente para muchos trabajos que son menos satisfactorios que programar.

    Durante años, hasta que una beca lo hizo innecesario, yo me ganaba la vida realizando mejoras a medida sobre software libre que yo había escrito. Cada mejora se añadía a la versión estándar publicada y así, eventualmente, se hacían disponibles al público en general. Los clientes me pagaban para que trabajase en las mejoras que ellos querían, en vez de en las características que yo habría considerado la máxima prioridad.

    La Fundación para el Software Libre (FSF) [Free Software Foundation en inglés], una entidad sin ánimo de lucro exenta de impuestos para el desarrollo de software libre, consigue fondos mediante la venta de CD-ROMs de software GNU, camisetas, manuales, y distribuciones ``deluxe'', (todos los cuales los usuarios son libres de copiar y modificar), así como mediante donaciones. Ahora cuenta con una plantilla de cinco programadores, más tres empleados que se encargan de los pedidos por correo.

    Algunos desarrolladores de software libre ganan dinero mediante la venta de servicios de soporte. Cygnus Support, que cuenta con alrededor de 50 empleados [cuando se escribió este artículo], estima que en torno al 15 por ciento de la actividad de su equipo es desarrollo de software libre -un porcentaje respetable para una compañía de software-.

    Algunas compañías, incluyendo Intel, Motorola, Texas Instruments y Analog Devices, han unido esfuerzos para financiar el desarrollo continuado del compilador GNU para el lenguaje C. Mientras, el compilador GNU para el lenguaje Ada está siendo financiado por la Fuerza Aérea de los EEUU, que cree que ésta es la manera más efectiva de conseguir un compilador de alta calidad. [La financiación de la Fuerza Aérea se acabó hace algún tiempo; el Compilador GNU de Ada está ahora en servicio, y su mantenimiento se financia comercialmente.]

    Todos estos ejemplos son pequeños; el movimiento de software libre es aún pequeño, y aún joven. Pero el ejemplo de las emisoras de radio ``mantenidas-por-la-audiencia'' en este país [los EEUU] demuestra que es posible mantener una actividad grande sin forzar a cada usuario a pagar.

Como usuario de informática hoy en día, puedes encontrarte usando un programa propietario (18.000 caracteres). Si un amigo tuyo te pide hacer una copia, estaría mal negarse a ello. La cooperación es más importante que el copyright. Pero una cooperación clandestina, escondida no contribuye a mejorar la sociedad. Una persona debería aspirar a vivir una vida honrada abiertamente con orgullo, y esto significa decir ``No'' al software propietario.

Te mereces ser capaz de cooperar abierta y libremente con otras personas que usan software. Te mereces ser capaz de aprender cómo funciona el software, y enseñar a tus estudiantes con él. Te mereces ser capaz de contratar a tu programador favorito para arreglarlo cuando se rompa.

Te mereces software libre.


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Copyright 1994 Richard Stallman Se permite la copia literal y distribución de éste artículo en su totalidad por cualquier medio, siempre que se mantenga esta nota.

Actualizado: 5 Dic 1999, 29 May 2000 tower 

Traductor: 18 Junio 1999 Stan Bark

Revisores: 29 Nov 1999

Coordinación: Hugo Gayosso address@hidden

Actualización: 02 May 2001 Quique address@hidden



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